En este caminar de Fe hacia la casa de la Virgen de los Ángeles, son innumerables los testimonios de romeros que en su peregrinar ofrecen sus dolores, sus situaciones personales y las de sus familiares y conocidos a nuestra madre María, para que por medio de ella nuestro Señor Jesucristo les conceda el milagro que ellos claman con amor.
Entre los romeros que peregrinan desde el domingo anterior de San Vito de Coto Brus, logramos obtener el testimonio de Víctor Solís Cerdas, un romero que se une este año por primera vez a la romería, motivado por una dura situación que vivió hace un tiempo atrás.
Víctor se encontraba un Martes Santo, al ser las nueve de la mañana realizando las actividades de limpieza del lote de un vecino. Luego de recortar el césped, recogió la basura con ayuda de su hija y la colocaron en una esquina de la propiedad en donde hacen escuadra dos paredes con una altura de aproximadamente tres metros de altura. Una vez que la basura estaba ubicada allí, Víctor procedió a encenderle fuego y se retiró a realizar otras labores, mientras esperaba que la basura se quemara. Minutos después, Víctor regresa al lugar y nos comenta “al llegar encuentro el fuego totalmente apagado, lo que se me ocurrió fue echarle gasolina y encenderle un fósforo para lograrlo quemar, cuando yo llegué y le rocié gasolina a esa basura, inmediatamente se alzó una enorme bola de fuego y en ese instante yo estaba prendido”.
Con mucha frustración y desesperanza de sentirse envuelto por las llamas Víctor le pidió a Dios que lo iluminara a saber qué debía hacer para salvarse, e ideo irse para la casa para que lo ayudaran a apagar el fuego. “Había un pequeño desagüe y una cerca de caña india muy tupida, y tropecé en ese desagüe y me caí de cabeza. Cuando yo caí allí, me empecé a quemar el cuello, y cuando eso pasó me quité la camisa. Muchos decían que gracias a eso me pude apagar, cosa que no es así, porque quien me apagó realmente fue Dios”
Inmediatamente después de haber logrado apagarse, Víctor es llevado por su familia al hospital de la localidad, lugar en donde debió estar internado diez días. Esta situación no fue fácil debido a que al ser él una persona muy activa, se le hacía desesperante tener que mantenerse quieto y aislado en el hospital mientras se recuperaba. Víctor comenta: “a los tres días de estar internado llegó mi esposa a verme y yo me puse a llorar y le dije mi amor yo no quiero estar aquí, yo me quiero ir, yo me siento atrapado…, aunque al mismo tiempo yo buscaba consuelo porque yo sabía que ahí estaba en un lugar higiénicamente bien y si Dios así lo quería yo me recuperaba pronto”.
Gracias al amor y la misericordia de Dios, Víctor se recuperó satisfactoriamente de las quemaduras; y las deformaciones que había sufrido en su cuerpo ahora quedaron estampadas únicamente en las fotografías. Su piel se recuperó a la perfección a pesar de los negativos pronósticos de los doctores. Actualmente él peregrina hacia la Negrita en Cartago y aprovecha para motivar a sus compañeros, dándoles un mensaje de esperanza y motivación, ellos mismos expresan que es muy placentero venir caminando junto a él debido a que rezan, vacilan, descansan y constantemente él les repite la frase “una sonrisa quita el dolor”.
Durante estos días de romería Víctor aprovecha para enviarle un mensaje a los costarricenses “no esperemos a que tenga que pasar algo radical en sus vidas, si sienten en su pecho el llamado a realizar la romería, los invito a que la realicen, esto es algo precioso, es algo increíble”.