La tercera jornada de la novena en honor a San Isidro Labrador que realiza Mons. Juan Miguel Castro Rojas, Obispo de San Isidro, dio inicio muy de mañana y estuvo marcada, por dos elementos; primero, la reflexión en torno a la virtud de la caridad con los pobres, cualidad que vivió San Isidro, nuestro Santo patrono; y luego, por la elección del nuevo romano pontífice.
Por tercera ocasión, Mons. Castro visitó esta parroquia en torno a las actividades propias de la novena, en esta oportunidad, con ocasión de la celebración de la fiesta patronal de la comunidad de Control, la agenda inició con la visita a la Dirección Regional Sur de la Fuerza Pública, lugar donde se realizó un recorrido por los distintos departamentos, se comentó brevemente los grandes esfuerzos que realizan las autoridades en medio de las peculiaridades propias de la región, y se encomendaron a Dios con la bendición.
Posteriormente, nos dirigimos a la comunidad de Abrojo, donde nos ofrecieron un desayuno, ameno compartir con la familia López que nos preparó hacia lo que estaba por venir, la nueva elección del Papa. Dirigiéndonos entre un paraje natural hasta la comunidad de Miramar, punto alto de la geografía que sirvió para admirar la Zona Sur, se visitó una familia y cuando se estaba en la bendición, llegó la noticia del humo blanco que indicaba la elección del nuevo Papa, y con ello la alteración de la agenda propuesta, esperando en aquel hogar por la noticia que esperaba el mundo entero.
Tras una hora de espera, nos alegramos con la noticia, el hasta ahora Cardenal Robert Francis Prevost, de la Orden de San Agustín, se había convertido en Papa, tomando el nombre de León XIV; la alegría y el júbilo tenía una nota nueva y particular, el Papa León XIV es de la Orden de los padres que pastorean esta querida parroquia de Ciudad Neily, el gozo se podía sentir.
Con agenda alterada nos dirigimos hasta Paso Canoas para bendecir un local comercial, y seguir el camino hasta Copeagropal, donde también esperaban al Obispo Castro para mostrarle la nueva tecnología con que cuentan para procesar la fruta de la palma, y con su visita también recibir la bendición.
Y así, así tras el almuerzo, poder dirigirnos al salón de eventos de esta empresa aceitera, lugar donde se celebró la misa, en la que el Obispo Juan Miguel, dijo: “comulgar con Cristo es también aprender a ser pan partido para los demás, especialmente para los más necesitados. San Isidro vivió esta verdad con fidelidad. A pesar de no ser rico ni tener abundancia, siempre tuvo un corazón abierto a los pobres. De lo poco que tenía, compartía. En su mesa sencilla, nunca faltó un lugar para el necesitado”.
Y añadió: “la caridad no se mide por la cantidad, sino por el amor con que se da. Lo que hace grande el gesto de San Isidro no es cuánto daba, sino cómo lo hacía: con humildad, sin hacer ruido, sin esperar nada a cambio, como quien ve en el pobre el rostro de Cristo”.