El penúltimo día de novena en honor a San Isidro Labrador se realizó este martes en comunidades pertenecientes a la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria, la jornada arrancó con el desayuno ofrecido en la casa cural de Potrero Grande, momentos previos al primer destino en Bajo de Coto, lugar donde Mons. Juan Miguel tuvo oportunidad de compartir con productores de papaya, proyecto que empezó de forma artesanal y que ahora cuenta con más de 15 mil unidades de árboles; ahí, comentaron al Obispo los retos que afrontan, especialmente por las diversas plagas a las que deben hacer frente.
Seguidamente se visitó Viñeditos Febe, finca donde además de la producción de uva, mantienen casi medio centenar de árboles frutales, productos como la pimienta y la vainilla, así como árboles maderables; sus propietarios, contaron que han invertido 34 años en sembrar esta propiedad, la cual adquirieron en cien mil colones, cuando el jornal estaba tazado en mil quinientos colones.
Ahí, Mons. Juan Miguel tuvo oportunidad de probar vinagre de uva, momento que aprovecharon para comentar acerca de sus ricas propiedades; además, comió la semilla del árbol de jorco, especie casi extinta, conocimos la famosa jack fruit, conocida como la jacka, o fruta más grande del mundo. Cabe resaltar, que esta visita se realizó a un matrimonio no católico, que recibieron con gran hospitalidad al Obispo y su bendición, precisando que lo que viene de Dios no se rechaza.
Ya en Linda Vista se visitó una finca ganadera, lugar donde vecinos del poblado contaron anécdotas, entre las que recordaron cuando fueron objeto de robo, precisando que en momentos de dificultad no se puede perder la fe. Por su parte, Mons. Juan Miguel expresó admiración por todos los trabajos que realizan, reconoció con tristeza que muchas veces sean los que menos recompensas reciben; y aprovechó la ocasión para invitarlos a seguir siendo humildes y sencillos como San Isidro para recibir la recompensa de Dios, conscientes que nosotros somos administradores, todo pertenece y proviene de Dios.
En la comunidad de Bioley, sus vecinos y grupo de emprendedores, celebraban la fiesta patronal en honor a Nuestra Señora de Fátima; ahí, el prelado compartió sobre la travesía de estos días de novena y la linda experiencia de fraternizar y conocer a tantas personas en las comunidades. Seguidamente, bendijo otra finca productora de café y ganado, pidiendo al Señor asistencia y fortaleza en tiempos donde los productos no están siendo pagados a los mejores precios.
Posteriormente, se visitó las Oficinas del SINAC Parque Internacional de la Amistad, Zona Núcleo de la Reserva de Biósfera la Amistad, sitio de patrimonio mundial de la humanidad, específicamente en el Sendero Altamira – Valle del Silencio donde hace unos meses terminaron la construcción de una torre para avistamiento de aves, lugar desde el cual impartió la bendición a la estructura.
El almuerzo se realizó en un emprendimiento de la zona, venta de comidas Fany Rojas quien junto a sus hijos llevan adelante este sueño que ostenta fuertes retos para salir adelante, pero que con gran confianza en Dios continúan cada día.
Finalmente, la Eucaristía cerró la actividad, momento vivido en el salón de la escuela, lugar que ofreció mejores condiciones para acoger a los fieles; así, durante la homilía, resaltando la devoción de San Isidro Labrador a la Eucaristía, el Obispo Castro, dijo: “ese alimento, para el cristiano, es la Eucaristía, centro y culmen de toda la vida de fe. San Isidro Labrador entendió este misterio con el corazón. Aunque era un hombre del campo, de trabajo duro y vida sencilla, encontró siempre tiempo para acercarse cada día a la Santa Misa. Su jornada no comenzaba en el surco, sino en el altar. Allí alimentaba su alma, ofrecía sus trabajos y ponía en manos de Dios todo lo que haría […] la Eucaristía no es un “añadido”, algo opcional, sino el centro desde el cual se ordena y cobra sentido todo lo demás”.
Y añadió, “en una sociedad como la nuestra, tan agitada, con tantas ocupaciones, corremos el riesgo de vivir “desconectados” del verdadero alimento que da fuerza y paz. Muchos dicen no tener tiempo para ir a Misa, o se acercan solo por costumbre. San Isidro, en cambio, nos enseña a priorizar a Dios, y a hacerlo desde el corazón”.