Al despertar del sábado 22 de abril, la navegación del Mirage I ya había iniciado, y con el paso de las horas fuimos llegando a nuestros destinos de visita junto a la ribera del imponente Nilo; en aquella ocasión, los templos grecoromanos datados de unos 270 años antes de Cristo en las localidades de Kom Ombo y de Edfu, nos fueron explicando parte de la cultura egipcia y de su escritura primitiva en jeroglíficos, en paredes cargadas de verdadera escritura viva que parece gritar desde la inerte roca.
Aunque la jornada fue muy rica en cultura universal, este día me lleva a redactar sobre un hecho verdaderamente cruel e impactante; luego de una jornada un tanto convulsa, fruto de cierto grado de violencia y hasta irrespeto que se había vivido a la altura de Edfu en los terrenos de venta ambulante, ante lo que no quisiera emitir algún juicio peyorativo por tratarse quizá de su propia cultura, que les lleva a ser muy incisivos en sus ventas con cierto grado de violencia no acostumbrado en nuestro ambiente, y el mismo reprochable acoso constante al que se ven sometidas las mujeres en aquellas tierras, y ante el cual estoy en total desacuerdo… ; lo que me impactaría y me dejaría atónito por su crueldad, fue la imagen dolorosa de la cual fui testigo en Esna, a la altura del paso por las esclusas, que me permito relatar.
Con esperanza de ir al restaurant por un refresco, bajaba las gradas estilo caracol del Mirage I y una voz, que hoy no preciso cuál, me dijo: “estamos llegando a las esclusas”; presuroso cambié mi rumbo, tomé mi cámara fiel compañera del viaje y me dirigí a la cubierta del crucero. Luego de hacer algunas tomas y de mirar aquel paisaje nocturno en donde las luces de las esclusas parecían invitar al crucero a realizar su paso, empecé a divisar unas pequeñas pangas que con dos hombres y unos rústicos remos se acercaban peligrosamente a la gran estructura del Mirage I, en unas aguas claramente agitadas por las maniobras propias del acople a las esclusas, sería tan sólo una somera preocupación lo que sentía hasta el momento…, pero pronto, estaría ante un momento inhumano…, con una fuerza y un equilibrio indescriptible aquellos hombres lanzaban bolsas con productos tejidos hasta la cubierta del crucero (altura de tres pisos), mientras de forma desesperada gritan en un español confuso que enviaran el dinero…
“Amigo… amigo… dinero… dinero amigo…”, parecían desesperar en su acto de confianza a la que se ven obligados por la necesidad, éste se convertía en la única posibilidad de comercio, ésta era la única posibilidad de comunicación que existía entre aquellos hijos de Dios y nosotros, tan cerca y tan distantes…, pensaba que quizá de aquella venta dependía su comida o la de los suyos, lanzar sus productos en bolsas hasta el crucero y con desgarrador desespero esperaban y exigían lo que para ellos eran más que unos cuantos dólares…, para ellos era sin duda su única posibilidad de vida…; y pensaba cómo en nuestro mundo tan desarrollado y versátilmente comunicado, estaba siendo testigo de la más cruel y rústica comunicación vital…, pensaba cómo en nuestro mundo de tantas comodidades y placeres, para aquellos hombres la palabra confort simplemente no existía…
De pronto… una bolsa descendía con el dinero, sin miedo digo que para el turista era muy poco… quizás nada…, pero para aquel hombre que esperaba en la improvisada y temible barca lo era todo…; la bolsa con poco peso a causa del billete en dólares caía al agua sin acertar en la pequeña superficie de la panga, y entre la oscura noche, un barco a lo lejos como por providencia divina emitía su potente luz hacia donde estábamos y no podré olvidar cómo tirado sobre la panga (acostado remando con sus manos) la humanidad de aquel árabe se estiraba en busca trágica y desesperada en pro de la bolsa que ahora portaba su gran esperanza y consuelo… ¡Desgarrador escena!
De pronto, algo me invita a dirigirme al lado izquierdo de la cubierta del Mirage I, una imagen más terrible encontré, un producto fue lanzado hasta la cubierta, y debido al movimiento del crucero que se alejó de la orilla… ahora era imposible cualquiera de las dos opciones: ni devolver el producto ni entregar el dinero…; el desespero del vendedor era indescriptible, sin producto y sin dinero del lado izquierdo caminaba gritando con el alma, su clamor se mezclaba con la angustia de la buena turista que intentaba por todos los medios cómo lograr saldar aquel hecho…, la voz desgarradora de aquel vecino vendedor de Esna parecía portar el dolor de toda aquella región que por décadas ha sufrido la más angustiosa miseria…; y entre la penumbra cruel de aquella noche oscura, pensaba cuántas veces se repetirá estas escenas, pensaba si el mundo será capaz de detenerse un momento y poder meditar en el dolor de los hermanos, pensaba si algún día este dolor nos tocará el alma, pensaba si el movimiento de las esclusas que tiene por finalidad nivelar las aguas… algún día nos enseñará que entre hermanos deberíamos nivelar nuestro estilo de vida para que la injustica no reine, pensaba…
Esta noche termina con un dolor en lo profundo del alma…, esta noche ningún acto cultural que programe la tripulación podrá borrar esta imagen y el dolor que provoca esta realidad, si somos verdaderamente cristianos…; no tuve voluntad para participar en su totalidad de aquel momento, y preferí dar gracias a Dios por nuestro país y pensar qué más estará pidiendo Dios en medio de nuestros propios hermanos que sufren el abandono y la tristeza…