Este sábado continuó la gira que realiza Mons. Juan Miguel Castro Rojas con ocasión de la novena en honor a San Isidro Labrador, esta vez en la comunidad de La Fortuna quienes también celebran su fiesta patronal.
La jornada inició en La Esperanza con desayuno, ocasión propicia para luego bendecir la casa y su propiedad; posteriormente, nos desplazamos dentro de esta comunidad, hasta el cruce con Zancudo donde un grupo de agricultores, jornaleros, productores de palma, ganadería y otros recibieron a Mons. Castro, quien tras un momento de saludo y compartir, bendijo sus tierras y aspiraciones. Ahí, se aprovechó también la ocasión para bendecir pequeños emprendimientos como una pulpería y varias casas de habitación.
Al emprender el camino que lleva a la Fortuna, el prelado fue encontrando vecinos y feligreses de la parroquia de Golfito a quienes también bendijo sus cultivos y tierras, dirigiéndoles una palabra de gratitud por su entrega y de ánimo en medio de las luchas que forjan. En este sector, también se pudo constatar propiedades dedicadas al pasto de cultivo y con ello la producción de ganado.
Entre los pobladores visitados se pudo percibir la inmensa alegría que este acercamiento provoca, constatando el valor de ser una Iglesia en salida capaz de llevar el mensaje del Evangelio a todos; entre aquellos presentes, también destacó la bendición al copero del pueblo, quien con su humildad y sencillez se ha ganado el respeto y la admiración de propios y extraños.
Al continuar con el recorrido se visitó la propiedad de don Calixto y Vilma quienes este año cumplirán 50 años de vida matrimonial, razón por la cual el Obispo del Sur del país, felicitó de manera especial y encomendó a Dios en su plegaria.
Durante la jornada, Mons. Juan Miguel resaltó lo bonito de ver cómo las comunidades se congregan con fe y esperanza, razón por la cual se alegra por la cantidad de casas, personas y familias que durante la jornada ha bendecido. Así, llegó la hora de visitar la cocina del templo de esta filial para degustar un delicioso almuerzo junto al tradicional arroz con leche.
Tras el almuerzo, la comunidad se congregó al descampado, donde lucía un bello altar preparado y decorado con productos de la zona, teniendo la imagen de San Isidro Labrador, a quien tienen por intercesor. Cabe resaltar la expresión de comunión parroquial que se vivió en este día, pues a la celebración se unieron con gozo miembros de distintas comunidades de la parroquia de Golfito.
Durante la celebración, el Obispo Castro en la homilía, dijo: “Jesús no dice que sus ovejas no pasarán por dificultades, sino que, en medio de todo, no estarán solas, no se perderán, no serán abandonadas. Nos asegura que estamos en las manos del Padre, y que esas manos son fuertes, seguras, fieles. San Isidro vivió esta verdad profundamente. Era un hombre del campo, enfrentado a los riesgos del clima, de la cosecha incierta, de los recursos escasos. No tenía seguridad social, ni sueldo fijo, ni redes de apoyo como las que hoy existen. Y, sin embargo, nunca se dejó dominar por el miedo, porque sabía que su vida y la de su familia estaban en manos de Dios”.
Y añadió: “no era un hombre ingenuo, ni perezoso. Era trabajador, constante, responsable. Pero su gran fortaleza no venía de su esfuerzo, sino de su fe profunda en que Dios no abandona a los suyos. Por eso podía vivir con serenidad, compartir con los pobres, dedicar tiempo a la oración. Sabía que la verdadera seguridad no está en acumular, sino en confiar”.