Este domingo 21 de octubre fue distinto para los fieles marienses en la Zona de los Santos, cuando llegó el día destinado para el segundo gran acontecimiento por estos 70 años de vida diocesana, la creación del primer Santuario Mariano en la Diócesis de San Isidro, dedicado como es evidente, a Nuestra Señora de la Cueva Santa, patrona de esta localidad.

Minutos antes de las 10 de la mañana, un nutrido grupo, en su mayoría mujeres, buena parte identificadas por su pañueleta color cielo que se confundía con el mismo firmamento, entre cantos y banderines, y acompañados en su caminar por Mons. Juan Miguel Castro Rojas, Obispo de la Diócesis, y el P. Santiago Durán Castro, administrador parroquial, se acercaron con la antiquísima imagen centenaria de Nuestra Señora, que ingresaron hasta el interior del templo.

Durante la homilía, Mons. Juan Miguel Castro Rojas, dijo: «hoy en el día mundial de las misiones católicas, la Iglesia diocesana se regocija en el Señor […] el Padre, desde la eternidad, pensó en María para enviar a su Hijo a nosotros y luego el Hijo envía a sus apóstoles y discípulos a todo el mundo para anunciar la Buena Noticia. Hoy nos corresponde a nosotros continuar con esta tarea».

Al finalizar su homilía, el Obispo Castro pidió a los fieles de Dota y a quienes se unieron por medio de los medios de comunicación, seis peticiones, a saber: «a este santuario mariano, quiero que asistamos con devoción y contemplación amorosa […], quiero que peregrinemos con confianza, oración, sacrificio y súplica por las necesidades personales, comunitarias, del Papa, del Obispo, de quienes habitamos esta diócesis de San Isidro».

Tras la homilía, tuvo lugar la coronación canónica de la sagrada imagen de Nuestra Señora de la Cueva Santa que se venera en este Santuario, rito litúrgico usado para resaltar la devoción por una advocación mariana y que, consiste en la imposición de una corona a la imagen, pero que según enseña la Iglesia, «comporta un proceso en el que hay que demostrar que la imagen haya movido desde muchos años, una veneración sincera a la Madre de Dios por medio de ese signo que es la imagen»,así como toda una prepración y viviencia litúrgica y espiritual.





