Todavía siento la humedad en la piel y el aire fresco en los pulmones. Esta mañana acompañamos a la Antorcha de la Libertad en un recorrido histórico: su primer ascenso al Cerro Chirripó, el punto más alto de Costa Rica.
Desde los primeros kilómetros, se visualizó un ambiente húmedo, con neblina que se abría por momentos para dejar ver la majestuosidad de las montañas. Cada vez que el cielo se despejaba, los paisajes nos recordaban la grandeza del lugar y el valor simbólico de esta travesía.
Cinco jóvenes estudiantes del Liceo Canaán de Rivas, llenos de entusiasmo y energía, fueron los encargados de portar la antorcha en la cima. Su paso firme reflejaba la esperanza y el compromiso de una generación que honra la independencia con esfuerzo y orgullo. A su lado caminábamos atletas, guías, funcionarios, vecinos y comunicadores, en una verdadera caravana de fe cívica y amor por la patria.
El Parque Nacional Chirripó, que este año celebra su 50 aniversario, nos recibió con todo su esplendor. Cada paso era un recordatorio de que estábamos en un lugar único, resguardado por décadas para las futuras generaciones. Por respeto a esa riqueza natural, en cierto punto, la llama fue reemplazada por una antorcha de luz LED, símbolo moderno que protege tanto la vida humana como este tesoro ambiental.

Hoy, no solo celebramos la independencia de Costa Rica. Hoy celebramos nuestro deseo de una patria que mire hacia arriba, hacia lo más alto, y llevar consigo la luz de la libertad.




