El segundo día de la Asamblea Diocesana ha estado marcado por la fuerte reflexión entorno al ser de la Iglesia y, por ende, a la misión, como participación activa de cada uno de sus miembros en medio de la sociedad, escenario propicio para la ejecución de la vocación en el marco de la comunión, participación y corresponsabilidad como camino sinodal.

Y prosiguió: “después del exilio, Israel logra terminar la reconstrucción del templo y celebrar la Pascua. No fue obra de uno solo, sino de todo un pueblo, animado por los profetas, sostenido por la mano de Dios. Esto nos recuerda que la Iglesia también se edifica en comunión: sacerdotes, diáconos, consagrados y laicos, cada uno con su misión, pero todos aportando”.

La mañana de este día, fue dedicada a la reflexión sobre el ser de la Iglesia, guiados por la exposición del P. Eduardo Ramírez Ruíz de la Diócesis de Limón y perito en el tema, nos recordó que, “en la Iglesia no es con poder que se impone, sino que sugiere y quiere por atracción hacer posible que el corazón de la humanidad se abra a Jesucristo el Señor, camino que requiere de una profunda humildad”.

Por la tarde, el P. Luis Aguilar Monge, sacerdote de la Diócesis de Limón y responsable del laicado a nivel nacional, recordó que “es necesario la motivación para que verdaderamente funcione la vivencia evangelizadora, de tal manera que seamos convertidos, convencidos y comprometidos, como dice Aparecida”.

Así, el laico según Puebla n° 786, son “los hombres y mujeres del mundo en el corazón de la Iglesia, hombres y mujeres de la Iglesia en el corazón del mundo”, siendo ésta la doble tarea del laico, con su misión al interno de la Iglesia, pero también en las estructuras de la sociedad. Por tanto, el Dios que se hace caminante, nos llama a ser compañeros de viaje en clave de la escucha, capaces de tomar la palabra en la misión, dialogar, participar, personalizar, discernir y formarse en la sinodalidad. La jornada, por su parte, concluyó con el rezo de las vísperas y el Santo Rosario.




