El pasado viernes, llego a nuestro país el cantante católico Jon Carlo García, dando así inicio su gira “Adoración sin límite” y acompañado de la juventud costarricense en el Colegio Santa María de Guadalupe, lugar al que asistieron aproximadamente 800 jóvenes que cantaron y danzaron para nuestro Señor Jesucristo.
El concierto tan esperado por los jóvenes se realizó el sábado 06 de mayo, iniciando a las dos de la tarde con los espectadores Pray Pass, donde canto sus primeros temas como: Perla preciosa, La mano de Dios y Mi más grande pasión. El artista se identificó como una persona muy cercana a la gente, con un carisma para hablar y expresar las maravillas que ha experimentado a partir del primer encuentro con Dios; en ese espacio también permitió que los presentes le hicieran preguntas, donde con mucha emoción una mujer comenta su experiencia siendo cristiana protestante y cómo la música de Jon Carlo le ha ayudado a superar muchas guerras espirituales.
Con atención la audiencia escuchaba el mensaje dirigido por ella, hacia los jóvenes que han estado en situaciones difíciles: “los jóvenes para tener un encuentro con Dios, primero tienen que pasar algo ‘feo’ como yo lo pasé, tuve que llegar a la cárcel y me metí en drogas de los 13 a los 15 años y vi sufrir mucho a mi padre, básicamente pues si no hubiera existido una decisión de mi parte yo no hubiera conocido el amor de Dios. Los jóvenes tienen que aprender a tomar decisiones y ser responsables, tienen que aprender a decidir si quieren seguir viviendo de ese modo o hacer un cambio de vida” y concluyó recalcando que “al joven se le debe hablar claro y no apartarlo por su apariencia”.
Antes de escuchar a Jon Carlo abrió el escenario Marco Navarro cantante católico costarricense, y “Tu siervo”, un joven oriundo de Cartago quién realizó un homenaje con temas musicales de Jon Carlo y a través de la pantomima. Luego de la participación de estos dos grandes artistas católico, salió al escenario el cantante dominicano, Jon Carlo, iniciando con el tema “Traigo música de Dios”. En esa primera parte dio a conocer su testimonio de vida, y comentó experiencias como que cuando era un niño sus padres emigraron a Estados Unidos, y a muy corta edad conoció el mundo oscuro de las drogas y eso le permitió ser muy conocido y temido por aquellos que le conocían “yo era conocido como “Juan Piña” por los piñazos que daba, porque así le dicen en mi país”, recordaba con una sonrisa en su rostro.
A sus 16 años en el colegio apuñaló a otro joven a causa de las drogas y eso lo llevo a la cárcel; a causa de ese hecho empezó a desmoronarse su familia y el hombre fuerte que era. “Mi padre lloró y cayó en depresión, no quería hablar con nadie” indicó, al tiempo que señaló que su padre en el barrio decía “ahí va ese delincuente, pero ahora el delincuente estaba en su propia casa, le daba miedo saber que decían los demás de su hijo, aquel que le dio toda su confianza”, expresó con un nudo en su garganta. “Mi madre era la más fuerte en esta situación, ella sufría de estrés todos hemos pasado, por eso pero me he dado cuenta que el estrés es falta de ‘tres’, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Ella aprendió a confiar en las tres Divinas Personas, mientras mi padre estaba desahuciado ella se mantuvo fuerte”, expresó.
A Jon Carlo lo juzgaron por su delito como menor de edad, así que por tres años siguieron su comportamiento. Cuando él volvió a la casa, su padre asistió a un retiro de renovación carismática, y después de ese renacer de su padre llegó a “poner orden” como jefe de hogar exigió que él y sus tres hermanos menores debían asistir los jueves a la oración y los domingos a misa de ocho de la mañana. La reacción de Jon Carlo en sus años de juventud fue “¡mi padre está loco!, los jueves está bien porque es en la noche pero los domingos a esa hora no, mejor en la tarde porque después de la fiesta del sábado cómo me voy a levantar a esa hora, pero era el jefe había que obedecerle aunque no estaba muy cuerdo, pero de algo estoy seguro y que hasta ahora lo entendí, mi padre estaba dispuesto a que en el centro de su hogar estuviera Dios, nadie más”.
Un día desayunando, su padre le pidió de regalo de navidad que fuera al mismo retiro que él asistió, en aquel momento vino a su cabeza muchas cosas como qué iban a pensar sus amigos al verlo en un retiro, por lo que su respuesta fue un rotundo “no papá”. Sin embargo su padre le ofreció los tenis que tanto deseaba junto a su ropa de rapero, y fue así como tomó la decisión de asistir al “famoso retiro carismático”. Y ahí se sintió el ser más amado por Dios “en la oración sentí una lágrima que corría por mi rostro y la limpie rápidamente antes de que alguien me viera, pero fue en vano si ya había salido una lagrima, que saliera el resto; necesitaba desahogarme y lloré porque me sentí el ser más amado por mi padre del cielo” comentaba muy emocionado. Jon Carlo le dijo a Dios que SÍ y empezó a cantar y a componer música, sus temas han llegado a cada rincón del mundo y lo más importante han llegado al corazón de muchas cristianos.
Su vida cambió a partir de la decisión de aceptar a Dios en su vida, pero su pasado aún lo perseguía y la gente no confiaba en su cambio a pesar de lo lindo que cantaba y predicaba “un día vi a una señora con su bolso lleno de las compras del supermercado, le dije que si la ayudaba con las bolsas y ella accedió, le ayudé, crucé la calle con ella y subí al departamento y le dejé las bolsas, ella me agradeció y me dirigí a mi casa, cuando bajé mis amigos me dijeron que ahora sí creían en mi cambio porque tres años atrás jamás hubiera hecho eso. Me di cuenta que no vale nada hablar de las maravillas de Dios si no lo demostramos con el ejemplo, yo estaba seguro de mi cambio, pero con mis actos lo confirmé a aquellos que no creían, el ejemplo arrastra”.
El Señor le ha dado el carisma de componer música no solo para él sino para cantantes conocidos en nuestra iglesia como: Alfareros con el tema “Y te voy a adorar” y “Magnificat” de Kairy Márquez.
Su sentido de humor y amor propio nunca desapareció en el concierto, en la segunda parte del concierto se preparó para recibir a Jesús Eucaristía caminando en medio de su pueblo de las manos del Diác. Martín, ahí estaba presente a quién tanto se cantaba y se danzaba; Él era el protagonista, el amado y el esperado. Por medio de los cantos “la mano de Dios” y “Te necesito” fueron el complemento perfecto para que el amor, la misericordia y el Espíritu Santo fluyeran en ese lugar. No era el artista internacional; era nuestro Mesías, nuestro Salvador que impactó en la vida de cada presente en ese gimnasio, concluyó con el tema “No puedo Parar” que hiso vibrar el corazón de todos los que siguen su música.
Al concluir esta nota, hacemos un llamado a apoyar la música católica y así compensar el esfuerzo de Heraldos de Cristo Costa Rica y otras comisiones, al traer esta calidad de artistas católicos. En esta ocasión el apoyo de los costarricenses fue muy poco y para lograr que estos eventos se sigan dando para bendición de los costarricenses, debemos hacernos presentes; y como dice el Papa Francisco “Dios regala los carismas a la Iglesia para ponerlos al servicio de todos”.