En el quinto día de la novena en honor a San Isidro Labrador se visitó la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe en Platanillo, dando la gira inicio con el desayuno ofrecido en la casa cural. Seguidamente se visitó la Hacienda Ébano, participando del tours que ahí se ofrece, la experiencia del recorrido se hizo en una «mula», llegando hasta la Fila Cariblanco donde el obispo pudo apreciar el Océano Pacífico desde la excelente vista que ofrece el mirador El Mango, lugar donde también se degustó de la refrescante agua de pipa y frutas, para luego caminar por la montaña atreves del exuberante sendero que nos llevó hasta la cascada Ébano, sitio donde el Obispo isidreño impartió la bendición.
Posteriormente visitamos el centro turístico Ecochotales, donde se caminó hasta la hermosa e imponente catarata de 65 metros que lleva su nombre, donde el Obispo admiró la naturaleza y su particular belleza, como muestra del amor del mismo Dios que la ha creado. Tras el recorrido, se bendijo las instalaciones de la soda, ubicada junto a las deliciosas posas que se ubican posterior a la cascada, ahí se degustó un delicioso fresco para restablecer fuerzas antes de emprender el camino de ascenso.
Luego, en la comunidad de La Reina, agentes de Evangelización junto a vecinos de esta comunidad acogieron al Obispo en un pequeño emprendimiento familiar para ofrecerle el almuerzo, momento que aprovechó el prelado para dialogar con los presentes, conocer un poco su realidad y animarlos a vivir la fe tras la pandemia vivida, invitándolos a volver al templo, unirse en la Eucaristía y a los proyectos pastorales que desarrolla el párroco.
Seguidamente se celebró la Eucaristía en un rancho ubicado en el Líbano de Barú, donde Mons. Juan Miguel recordó que, «San Isidro compartía con los más pobres, siendo así un ejemplo para nosotros los cristianos, porque ser cristiano no es complicado, la Sagrada Escritura lo resume en amar, eso es lo que debemos hacer. San Isidro aprendió amar, hizo una vida extraordinaria y eso estamos llamados hacer nosotros». Y agregó: «si comprendiéramos esto, dejaríamos todo para estar con el Señor, eso nos enseña San Isidro. Estar en la Eucaristía es una verdadera bendición de Dios y nunca tiempo perdido. Tenemos que ser eucarísticos», precisó.
Finalmente, se invitó a los presentes en la Eucaristía a visitar la catarata Nauyaca, motivo por el cual varias personas tuvieron la oportunidad de conocer esta belleza natural, donde pudieron apreciar el espectacular panorama de incomparable belleza, tomarse fotos y admirar la naturaleza, para degustar de una cena al cumplirse el recorrido.