La Hna. Ana Iris Araya Vargas, nació en San Vito de Coto Brus, y creció en el hogar conformado por don Olivier y María Elena, siendo ella la tercera de seis hijos; según nos cuenta, tuvo “la dicha de crecer en un hogar donde se nos educó en la fe de la Iglesia Católica, y también en los valores que todos los hombres y mujeres debemos de tener para poder crecer y poder superarnos en todo momento de nuestra vida […] y en medio de la humildad y sencillez de la educación de mis papás, aprendí a comprender lo que era bueno y lo que era malo”, recordó.
En entrevista a Radio Sinaí 103.9 FM, esta religiosa confiesa que es en el seno de su misma familia donde descubre su vocación, porque fue ahí donde “siempre supieron inculcarnos que Dios es necesario, importante en nuestra vida; también, descubrí que no solamente hemos de ser felices nosotros, sino que también debemos de aportar alegría y felicidad a los demás”, precisó.
“Nos enseñaron a buscar nuestra vocación, yo la descubrí en la necesidad de otras personas de conocer a Dios, porque me llamó la atención y eso me inquietó muchísimo, cómo había personas que no conocían a Dios, y ante la experiencia de Dios que yo tenía en mi casa, yo decía: es que otras personas también tienen que conocer y saber que hay un Dios que los ama y que vela por ellos […]; ahí, empieza mi vocación, desde muy pequeña, concretamente a los 11 años”, contó.
Así, ingresa en el año 2000 al Instituto de las Hermanas Presentacionistas Parroquiales Adoradoras, cuyo nombre describe el carisma, misión y espiritualidad que brota precisamente de la Presentación de María al Templo de Jerusalén. “También nosotras, para crecer como Presentacionistas en ese misterio de la presentación, en el silencio, en la sencillez y en el servicio oculto poder configurarnos con María para servir al Dios del Templo”, indicó esta religiosa.
En su apostolado, acompañan la labor pastoral que junto al párroco desarrollan, caminando junto a los fieles en las distintas áreas de la evangelización y la liturgia; este servicio eclesial, la Hna. Ana Iris manifiesta ser “sumamente hermoso, del que me he enamorado cada día más, cada día siento que esta misión que Dios puso en la mente de nuestro fundador el Padre Alejandro, es realmente hermosa y apasionante, y yo siento, que él vibraba en su corazón ese anhelo de que hubieran almas especialmente consagradas, para este servicio”. Misión, que evidentemente, descansa y se fortalece en la adoración a Jesús Sacramentado, práctica que también difunden.
Tras 18 años de consagración, y habiendo servido en Madrid y ahora en Sabalito de Coto Brus, donde no sólo realiza esta labor antes descrita, sino que también es encargada de la formación de aquellas jóvenes junioras que se preparan para la vida consagrada; no duda en decir que se siente “plena, porque he comprendido que mi consagración, de verdad tiene un sentido, que Dios se ha fijado en mí, no por mera casualidad, sino que ha sido un detalle maravilloso de Dios para conmigo; en el cual, además de sentirme inmensamente amada, siento que debo mostrar también a todos los demás, cómo Dios les ama, cómo Dios quiere de ellos la salvación de su alma”, puntualizó esta cotobruseña.
Con ocasión del Día Internacional de la Mujer, esta religiosa señaló que, “contemplando a la mujer desde la Sagrada Escritura y, también desde toda la trascendencia del papel de la mujer en la historia de la humanidad, vemos como la mujer ha ido tomando también su lugar en la política, en la administración, en la educación; pero, sobre todo, la mujer es madre, es esposa, es hija. Todas esas vocaciones en que la mujer se ve llamada, en las que se encuentra realizada, desarrolla un papel sumamente importante, y creo que lo que se debe tomar en cuenta sobre nuestro papel como mujeres, es precisamente la capacidad que tenemos de ver más allá de algo que se cree inalcanzable”.
Y agregó, “muchas veces se forjan proyectos que se consideran muy difíciles, que tal vez cuestan mucho; sin embargo, en la mente de una mujer, aquella actividad o propuesta, hasta que no se logre, no se deja. Entonces, considero que es algo muy importante. Lo siento en mi experiencia personal, de tomar algo que no es nuestro, sino que es algo que se da para todos, esa capacidad también de donación que tenemos las mujeres, de darnos a los demás; pues nos hace proyectarnos y hacer cosas que se creen irrealizables, como algo de verdad realizable y que es de disfrute para todos”.
Finalmente, “a las mujeres, quisiera decirles a todas, que ojalá aprendamos cada día a despertarnos con esa alegría y con ese ánimo de saber que estamos despertando a una oportunidad más, a un montón de sueños y esperanzas que hemos de cumplir, y que debemos verlas realizadas en nosotras; y también, que debemos amarnos a nosotras mismas, no con un amor egoísta ni con un amor que nos haga ver a los demás por debajo de nosotras, sino con un amor, en el cual nosotras nos demos a respetar, y seamos capaces de decir sí cuando lo debemos hacer, y de decir no cuando lo debemos hacer, y también de responder con la valentía y el coraje que nos caracteriza. Desearles a todas, un feliz día; que seamos siempre mujeres de bien, que no busquemos ser mujeres guerreras para la violencia, para hacer escándalo, para hacer destrucción; sino, mujeres capaces de que a nuestro paso haya alegría, haya bondad, haya gozo, que se disfrute de nuestra presencia como mujeres, y sepamos también nosotras disfrutar de cada momento de nuestra vida con todas las personas de la sociedad”, comentó la religiosa Araya Vargas.