Este viernes santo el pueblo católico celebró litúrgicamente los oficios de la Pasión del Señor, celebración central de este particular día que se caracteriza por la extrema sobriedad del rito y un silencio orante.
Al ser las 3:00 pm, hora en que la Sagrada Escritura refiere este especial momento, Mons. Juan Miguel Castro Rojas presidió los Oficios en la Catedral de San Isidro, donde durante la homilía, rescató el simbolismo del color litúrgico con las siguientes palabras: “nos hemos vestido de rojo para celebrar la redención sangrienta del mártir del Gólgota y llenos de tristeza, pero con esperanza, miramos al que traspasaron para la obtención de la salvación del género humano”.
Así, junto al orante del Antiguo Testamento, la confianza la depositamos en Dios, pues “el salmista nos regaló un cántico al sentido del abandono total en los brazos del Señor”. Nosotros, conocedores del acontecimiento Cristo en la historia de Salvación, miramos con el evangelista San Juan “a Jesús como un rey glorioso desde la cruz”, recordó el prelado Castro.
Por eso, el Obispo sureño, al finalizar la homilía lanzó un reto a los fieles creyentes, “hoy estamos llamados a continuar con el sacrificio doloroso de Jesús y proclamar la redención del género humano a través de la Iglesia, pues es una comunidad sinodal y en salida para la búsqueda de la oveja perdida”.
Esta celebración de media tarde, estuvo acompañada del momento de súplica, cuando nos unimos a toda la Iglesia en la conocida Oración de los Fieles; así mismo, otro de los momentos claves de la celebración fue el rito entorno a la cruz, rito del cual el Obispo precisó: “adoremos al Señor en el signo de la redención, en la cruz, porque todo cristiano tiene su cruz, la misma del Señor para participar plenamente en su obra redentora y ser copartícipe de sus dolores y sufrimientos”.
Finalmente, podemos rememorar que, a lo largo de la jornada en muchas parroquias y filiales, el pueblo de Dios hoy piadosamente meditó y oró con el Vía Crucis, camino de la cruz hecho por Jesús que se constituye en iluminación para nuestros pasos. Para ello, la hora no fue impedimento, razón por la cual en Catedral a buena mañana y con imperante sol se meditó este camino de la cruz, reflexionando meditaciones entorno a los 70 años de la diócesis.
En otros lugares, como la Cuasiparroquia Jesús de la Misericordia en Barrio Morazán, fue la noche testigo de esta obra de piedad, meditando en esta ocasión el Vía Crucis de los Migrantes, reflexiones que buscaban la concientización de todos para la vivencia de la solidaridad y el verdadero cristianismo entre nosotros; razón sobrada, aquella meditación que decía: “el rostro del migrante refleja la cruda realidad en la que se encuentra, hay nostalgia por los seres que dejaron […] y los vemos como Jesús; despreciado, maltratado y discriminado. Que el clamor de los migrantes nos motive hacer la opción por la verdad y la dignidad. Como ser humano, Jesús vivió el sufrimiento y la inestabilidad propias de vivir lejos de su tierra natal”, puntualizó uno de las estaciones.