En entrevista a Radio Sinaí 103.9 FM, Juan José Vargas Fallas, conocido personaje de nuestro país, reconoció ser un creyente; así, consciente de que Dios le pedía frutos, tuvo que superar otros caminos que la vida le ofrecía y dejarse guiar. Gracias al Padre Dorilo Murillo, una frase caló en su corazón: “le dices sí a Cristo, o vas a ser un mediocre toda la vida”. Aquella máxima, vino a unirse a una historia de vida, recuerda que en su familia, aunque pobres, nunca se negó un plato de comida a nadie; así, “desde pequeño, me comenzaron a enseñar a ver las necesidades de los demás”, afirma Vargas.
Dios iba preparando, sin duda, una experiencia de vida quizá por caminos que uno no imagina. “Esto de los habitantes de calle, de verdad que ha sido una misión que Dios me dio, porque cuando inicié los programas de radio y televisión era simplemente un predicador y hablaba de Dios… Cuando decidí dejar todo e irme de misionero al Amazonas, me fui como un objetivo: caminar en búsqueda de la verdad, una verdad que todavía no tenía claro, y Dios me llevó a ese lugar, en donde comienzo a experimentar lo que son las necesidades más profundas del ser humano”, precisa Juan José.
Según nos comentó, hay dos hechos que marcan ese encuentro particular con Dios. Primero, cuando a su regreso de la misión del Amazonas, un habitante de calle visita su casa para pedirle el baño; «a partir de ahí, yo entre a la casa mía sin hablar, me quedé sin almorzar, ahí sentí desde lo más profundo de mi corazón, y le dije a mi esposa: nunca más en la vida voy a decir que soy un predicador, con ayuda de Dios quiero ser un practicante de la Palabra”. Segundo, cuando tras amanecer con una picazón en su cuerpo, y tras consultar al médico, se dictaminó que tenía sarna; así, “estando en oración, sentí en mi corazón que esa enfermedad la estaba permitiendo Dios para ver más allá del plato de comida, de la ropa que se les da, de las terapias que se les ofrece, ver más allá”.
“Comencé a poner atención de cómo llegaban ellos, comencé a ver algo terrible: amputación de dedos, infecciones tremendas en la piel, heridas profundas de cuchillo sin atender, curándose solos; cortaduras, y vi una serie de enfermedades, y comencé a pensar en todas las demás enfermedades que no se ven; entonces comenzó a nacer en mí a través de la oración, el deseo de hacer un hospital para indigentes”, recordó Vargas. Aquella idea no fue fácil, pero poco a poco encontró el apoyo necesario para poder hacer vida esta obra de bien. “Bendito sea Dios, se pudo levantar un segundo piso, que es donde está el hospital para indigentes, ahí tenemos dos consultorios de odontología, tenemos medicina general, tenemos oftalmología y tenemos también la farmacia”, agregó.
Esta obra de misericordia, nos hace preguntarle a su fundador, qué falta en la sociedad de hoy para que realmente podamos caminar como hermanos; ante esta consulta, no duda en decir que lo que más falta “es valor, verdad, sinceridad, es comprometerse realmente con la Palabra de Dios, nos falta testimonio para caminar con los hermanos que lo necesitan, nos falta desinstalarnos de nuestro cristianismo acomodado, nos falta para caminar con los hermanos que más necesitan un encuentro íntimo con Nuestro Señor Jesucristo”. Y agregó: “hemos convertido muchas veces nuestro cristianismo en una profesión y no en una vocación, caminar con Jesús es saber que no vamos a estar caminando con el mundo, caminar con Jesús y caminar con los que menos tienen es hacer la opción preferencial, no excluyente, por los pobres”.
Para Juan José Vargas, a esta sociedad le “sobra vanidad, sobra orgullo, sobra arrogancia, pero sobre todo sobre hipocresía…; sobra apariencias, lamentablemente hay muchos cristianos que viven de apariencias, y todo eso está sobrando. Necesitamos caminar verdaderamente con los que más necesitan, y no lo podemos hacer, si no tenemos la figura de Jesucristo dentro de nosotros como ese Jesús que vino a buscar lo que estaba perdido, y que vino a sanar y a dar vida”.
La romería entonces, según Vargas Fallas, es ocasión para trazar un camino, pues caminamos al encuentro con María, y ella nos lleva al encuentro con Jesús; entonces, “esta nueva romería es caminar hacia la conversión, como dice el Papa Francisco, es una lucha la que tenemos nosotros los cristianos, que no nos da tranquilidad pero nos da paz… Necesitamos un corazón que piense, que sienta, necesitamos un corazón no mundano, no pagano, sino un corazón convertido con la fuerza de Cristo, necesitamos un corazón que manifieste obras concretas, por eso es importante tener un corazón alimentado de la Palabra de Dios y de las enseñanzas de la Iglesia”.
Esta conversión, debe llevarnos también a vivir de una manera diferente, de tal manera que podamos aportar como agentes de cambio en medio de una sociedad que sufre los efectos de la pandemia del Covid-19; por eso, según Vargas Fallas, “necesitamos definitivamente que el mundo católico, y el mundo creyente, entienda que somos nosotros los que tenemos que hacer la diferencia frente a esta pandemia, cierto que estamos debilitados económicamente, estamos debilitados como naciones, estamos debilitados como humanidad. Pero entonces, ahí surgen las preguntas: ¿Qué ha pasado conmigo? ¿Qué está pasando en mi corazón? ¿Le he dado oportunidad a la gracia de Dios en mi vida? ¿He dado espacio a Dios para que actúe verdaderamente en mí, en estos tiempos de pandemia? Yo creo que necesitamos tener un corazón generoso, tener un corazón fiel a la Palabra de Dios vivo”.
“Hay una frase muy cacareada: o nos unimos o nos hundimos. Frase que repiten obispos, sacerdotes, pastores, laicos, predicadores, políticos con pensión de lujo, miembros de los supremos poderes; y he llegado al convencimiento que es sólo una frase hipócrita, que sale sólo de labios para fuera, porque no hay acciones concretas y válidas para, de verdad, dar lo que la sociedad y el mundo están necesitando, necesitamos ser más humanos, ser más misericordiosos, pero necesitamos actuar en nuestra vida con justicia y equidad. Y como cristianos que somos, como creyentes, tenemos que ser muy fuertes y decirle a la sociedad y al mundo que nuestra fe está más fuerte que nunca, que nuestra fe en Dios es cada vez más poderosa… Estamos en la hora de dar un paso: o somos amigos de Dios y damos testimonio, o somos amigos del mundo y seguimos viviendo tranquilos, jugando de casita, diciendo que somos cristianos, pero en realidad estamos muy lejos de serlo”, finalizó.